Detectores de humo: La tecnología electrónica que salva vidas.

Disponer de un detector de humo con alarma, instalado en nuestra casa puede salvarnos la vida. Esto es lo que dicen la totalidad de los expertos mundiales en seguridad y protección contra incendios.

Existen en el mercado dos tipos de  DETECTORES DE HUMO, fotoeléctricos e iónicos. En los primeros la alarma se dispara al interrumpir el humo un rayo eléctrico producido en el interior de la cámara de detección, mientras que en los segundos un isotopo radioactivo ioniza el aire de la cámara de detección produciéndose una corriente eléctrica por efecto de la radiación entre dos electrodos. En caso de entrar humo en la cámara, la ionización se reduce y la corriente deja de producirse, activándose la alarma.

¿Cuáles son los mejores?. Pues depende, generalmente se acepta que los iónicos detectan mejor humos livianos, procedentes de incendios con mucha llama, como por ejemplo gasolina ardiendo, u otros materiales altamente combustibles y, sin embargo, los fotoeléctricos son más adecuados para detectar humos densos como los que se producen de la combustión de plásticos, maderas etc. Por esa razón los iónicos son más adecuados para la industria, donde los incendios se producen con mayor frecuencia debido a la combustión de materiales inflamables, como gases, disolventes, gasolinas y otros productos químicos, mientras que los fotoeléctricos funcionan mejor en las viviendas, donde los materiales inflamables producen gran cantidad de humo denso.

A pesar de que se ha avanzado mucho en la química de materiales de construcción, para conseguir que una buena parte de los que empleamos en nuestros edificios, sean ignífugos, o al menos de combustión lenta, seguimos estando rodeados, en nuestras casas y oficinas, de gran cantidad de artículos fabricados con materiales que arden con suma facilidad. Y, lo que es peor, que producen gran cantidad de humo toxico al arder.

Muebles, maderas, plásticos, papeles, materiales textiles, pinturas, y un sinfín de otros productos arden produciendo gases tóxicos, como monóxido de carbono, dióxido de carbono, cianuro de hidrógeno, cloro, óxidos de nitrógeno, fosgeno, aldehídos, etc.

Estos gases producen en las personas, en pocos minutos, desvanecimientos y daños que van desde lesiones en las vías respiratorias, hasta intoxicaciones graves que pueden acarrear la muerte. La mayoría de esos gases contienen, además, partículas en suspensión que se adhieren en los alveolos pulmonares y sustancias cancerígenas.

Como ya hemos dicho, generalmente, en los y de edificios de oficinas, debido a que la normativa obliga a construir con materiales que no ardan fácilmente, no se produce al comienzo muchas llamas, pero si, desgraciadamente, una gran cantidad de humo, que en la mayoría de los casos invade totalmente una vivienda u oficina en 3 o 4 minutos, que es el tiempo que tenemos para escapar, antes de que no podamos ver nada, aunque sea completamente de día, y empecemos a sufrir síntomas de asfixia.

Hay que decir que según las estadísticas, casi la mitad de los incendios en viviendas se producen por la noche, mientras estamos durmiendo. En estos casos, debido a que el humo no hace ruido y a que su inhalación nos envenena sin darnos cuenta, la capacidad de reacción es casi nula, ya que pasamos del sueño al desvanecimiento, sin sentirlo. El peligro en estos casos es extremo.

A esto hay que unir el hecho, de que al no producirse llamas en los primeros momentos, de noche es mas difícil que alguien vea el humo que de día, por lo que la voz de alarma puede retrasarse unos minutos que son vitales para la supervivencia de las personas que habitan el edificio incendiado.

Estos casos son la justificación de que, de nuevo según las estadísticas, en los incendios, el humo produce más muertes que el fuego.

Pero veamos ahora cómo se comporta el humo en el interior de una vivienda.

Como el humo pesa menos que el aire y además está caliente, flotará y se irá al techo, donde empezará a acumularse hasta llenar todo el espacio de la estancia donde se haya producido el conato de incendio, desde el techo hasta el nivel del marco de la puerta. En ese momento el humo pasará a la habitación contigua y así sucesivamente hasta que todas las habitaciones estén llenas desde el techo hasta el nivel del marco de las puertas.

A partir de ese instante, el humo irá bajando más o menos por igual en toda la casa hasta llegar al suelo, momento en que toda la vivienda estará llena de humo. Es por esta razón que si estamos en un edificio lleno de humo, se aconseja escapar andando a gatas, o incluso arrastrándonos por el suelo si fuera necesario. La zona más cercana al suelo siempre será la que estará más libre de humo.

Ahora sabemos que lo primero que ocurre en un incendio es que el techo de nuestra casa u oficina se empieza a llenar de humo y de ahí la importancia de tener un  DETECTOR DE HUMO   instalado en el techo que nos proporcione una alarma temprana de lo que está sucediendo, porque también sabemos que el tiempo que tarda un piso o una oficina de unos 100 metros cuadrados en llenarse completamente de humo es de tres a cuatro minutos.

Ese es el máximo margen de tiempo que tenemos para poder salvar la vida. Y para que toda la familia disponga de ese poco tiempo, la alarma que proporciona el detector de humo es de vital importancia.

Los detectores de humo son económicos, fáciles de instalar por uno(a) mismo(a) y salvan vidas en todo el mundo. Si aún no los ha instalado en su casa, desde Pack 112 le recomendamos que lo haga ahora, porque, créalo, ninguno de los muchos aparatos electrónicos que rodean su vida y la de su familia es tan importante para usted y los suyos. Acuérdese del sabio refranero español, más vale prevenir que curar.

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